En “La primera” como farsa, en “La 2” como tragedia

Este pasado fin de semana Radio Televisión Española, como hace cada año en la principal de sus cadenas, retransmitió en directo una edición más del Festival de la canción de Eurovisión y a esa misma hora del sábado noche, en el segundo canal de la televisión pública, hacía lo propio con la película del director austriaco Michael Haneke, “Amor”.

Un año más, millones de telespectadores de todo el continente se disponían a contemplar con la misma emoción, desapego o bien perplejidad de siempre, la expresión traducida a nivel popular y en modo lúdico-festivo de las relaciones de poder político y de (des)afecto entre las naciones de Europa, colocadas además en brazos del pueblo soberano mediante la representación ficticia de la principal liturgia de la democracia postmoderna liberal, que no es otra que la de la votación por sufragio universal, en este caso concreto con la excusa de elegir la mejor canción de entre las presentadas por los diferentes países. Todo ello regado con el siempre exagerado ambiente de alegría, banderas, júbilo y diversión. Como si realmente Europa tuviera hoy algo que celebrar.

Mientras tanto en la película de la 2 se narra la historia de una pareja de ancianos en la cual la mujer, tras sufrir una hemiplegia que le paraliza la mitad del cuerpo, ha de recibir los cuidados de su marido durante el devastador transcurso de su enfermedad. Una narración cruda y sin interpretaciones morales que nos sitúa, escapando de las fáciles aunque no menos ciertas lecturas de las creaciones literarias y cineastas del tándem formado por Elfriede Jelinek y Michael Haneke sobre la sociedad burguesa austríaca, frente a una metáfora de la decadencia de una Europa envejecida que va perdiendo su memoria y sus capacidades y que enclaustrada en sí misma, acaba resignándose a una muerte inevitable. Literatura de la buena hecha pantalla. Así lo ve al menos el crítico de cine Israel Paredes Badía en su texto «Amor: la vejez de Europa»:

“Así, la violencia desde diferentes perspectivas, la incomunicación, la (mala) conciencia burguesa, el sadomasoquismo, los medios de comunicación, la culpabilidad, el acoso, el nacimiento del mal (el nazismo), son temas que atraviesan de manera transversal una obra que radiografía a una Europa que resulta evidente que si no agoniza sí al menos presenta síntomas innegables de enfermedad.”

Así pues, llegados a las votaciones decisivas del festival, nos encontráríamos de un lado con las consabidas puntuaciones que mostrarían a todo el continente que en los balcanes la gente olvida pronto los genocidios, que la panescandinavia y la báltico-eslavia se quieren mucho a sí mismas, que algunas exrepublicas soviéticas siguen recordando con cariño a la madre Rusia, que de una Grecia insolente ya sólo se acuerda Chipre o que los portugueses nos siguen queriendo más de lo que nosotros los queremos a ellos, para terminar con la insospechada victoria de Ucrania, un estado que vive en medio de una peligrosa y continua tensión entre dos amantes poco bienavenidos últimamente como son la UE de los banqueros y la Rusia de Putin. Todo ello oiga, no vayamos a pensar mal, resultado de la voluntad popular del continente europeo, libre y soberano en sus votaciones. Ucrania gana con una canción titulada “1944”, en la que se cuenta la historia de la expulsión a manos de la Unión Soviética de los tártaros de la península de Crimea, hasta hace poco parte de Ucrania y anexionada recientemente por Rusia de manera unilateral tras las revueltas del Euromaidán en Kiev que pusieron fin al mandato del presidente electo Víktor Janukóvic, aliado natural de Vladimir Putin.

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En uno de los momentos en los que alternaba ambas retransmisiones me di cuenta de que cierto país había rechazado* participar en la edición de este año y pensé en la bochornosa e insultante escena que el festival se había ahorrado con ello, al quedar eliminada la posibilidad de que telespectadores que todavía guardan cierta sensibilidad humana vieran cómo desde algunos países europeos se despachaba algún que otro “Turkey, 12 points”. Seguidamente y con el pensamiento puesto en el drama de los refugiados en Europa, cambio a la 2 y lo primero que presencio es este sucinto diálogo de los ancianos protagonistas del film de Haneke:

– ¿No lo recuerdas?
– Hazme el favor. Deja de torturarme.

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* A pesar de que el 07 de febrero de 2015 tras negociaciones con la UER anunciaron que participarían en el 2016, Turquía anunció más tarde que no volverá a participar.

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